domingo, 10 de febrero de 2013

Manuel Esperon

MANUEL ESPERON GONZALEZ



Manuel Esperón González nació el 3 de agosto de 1911 en la ciudad de México, en la colonia Guerrero, calle de la Estrella número 3. Su padre, don Manuel Esperón Alcalá, originario de Oaxaca, fue ingeniero civil especializado en minas y nieto del reconocido compositor oaxaqueño Macedonio Alcalá.

Su madre, doña Raquel González Cantú, de ascendencia francesa, fue pianista de concierto. De ella, consideraba el Mtro. Esperón, heredó la vocación por el piano y por todo lo relacionado con la música. Algo que le llamaba mucho la atención de niño era ver a su padre cantando acompañado por su madre al piano. También era primo-hermano del Mtro. Ignacio Fernández Esperón Tata Nacho.

Ese entorno familiar que vivíó desde su niñez lo llevó a tomar la carrera de músico y compositor. Comenzó a estudiar música a muy temprana edad guiado por su madre, y a los 14 años inició de manera formal sus estudios de piano y música. El piano lo aprendió con un maestro que fue muy querido para él, Alfredo Carrasco, quien fue el autor de la famosa canción Adiós.

Después de la preparatoria entró a estudiar ingeniería a la ESIME del Instituto Politécnico Nacional, que estaba en la calle de Allende, en el Centro Histórico del Distrito Federal. No duró más de tres meses, porque como él mismo expresaba: “para mí no se dio el asunto de la Ingeniería, aunque como mi padre fue ingeniero y mi hermano mayor también, yo consideraba que debería ser ingeniero, nada más que para mí la Ingeniería se reducía a hacer muy buenos dibujos para ambos ingenieros, ya que a ellos no se les daba el dibujo y yo era un buen dibujante. Decidí entonces hasta ahí llegar”.

También estudió dibujo, pintura, tallado y escultura, en la Academia de San Carlos, pero tuvo que dejarlos pues los dedos se le estaban endureciendo para el piano. Entró a la Escuela Popular de Música, que después se convirtió en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Profesionalmente empezó a componer en 1933, para la película La mujer del Puerto. Compuso la canción tema con letra de El Vate Ricardo López Méndez. También compuso algunas partes de la música de fondo.

A partir de esa película desarrolló su carrera como compositor en la cinematografía. Creó la música de fondo de más de 500 cintas y alrededor de 947 canciones. La última película que musicalizó el maestro Esperón fue con Vicente Fernández.

Manuel Esperón introdujo el mariachi al cine y los instruyó para que estudiaran música; de esa forma, él pudo acoplar la orquesta con el mariachi para los arreglos instrumentales de las películas.

Fue compositor de cabecera de los grandes ídolos del cine de la Época de Oro, entre los que destacaban Jorge Negrete y Pedro Infante. A él le tocó descubrir en Pedro Infante su gran valor de interpretación para la canción popular, y aunque Pedro quería cantar a la manera de Jorge Negrete, logró convencerlo de tomar el estilo que lo hizo triunfar.

Con él llegaron a la fama muchas canciones, en especial Amorcito Corazón, Mi Cariñito y A la Orilla del Mar; todas requerían de mucha expresión, sentimiento y profesionalismo, que Pedro supo expresar. Contana el maestro: “Pedro quería cantar como Jorge y lo convencí para que modulara y aprovechara esa media voz, y le puse de ejemplo que Jorge podía llevarle serenata a una muchacha que viviera en el octavo piso y ella lo podía escuchar perfectamente, pero que sí él le llevaba serenata a una muchacha que viviera en la planta baja, le iba a ir mejor, ya que le cantaría al oído y hasta besito sacaría. Entraba al estudio y sacaba adelante lo que se proponía, además era fácil trabajar con él”.

Manuel Esperón también descubrió Jorge Negrete, quien quería interpretar ópera, y nunca se imaginó cantando otro tipo de canciones. Al principio costó trabajo convencerlo de cambiar hacia otro género musical, y también a él lo convenció, y así lo escuchamos cantando Jalisco no te rajes, Cocula, Esos altos de Jalisco, Serenata Tapatía y muchas más.

Jorge tenía un carácter muy distinto al de Pedro, no obstante siempre mantuvieron una buena relación y desarrollaron juntos un trabajo que los llevó al éxito, tanto así que se convirtió en nuestro Charro Cantor. El Mtro. Esperón fue el sastre musical de Jorge Negrete y siempre tuvieron una gran amistad.

Trabajó con todos los artistas que hayan bailado y cantado en el cine, como María Félix, Elsa Aguirre, María Elena Marquez, Silvia Pinal, María Antonieta Pons, Libertad Lamarque, Irma Dorantes, Lola Beltrán, Ernestina Garfias, Antonio Aguilar, Luis Aguilar, Javier Solís, Manuel Capetillo, Demetrio González, Cantinflas, Tin Tán, Joaquín Pardavé y Alberto Vázquez, por nombrar sólo algunos.

El maestro Esperón contribuyó también en la industria fílmica de Hollywood. Trabajó para la Metro Golden Mayer, la Paramount y Disney. En esta última colaboró con el propio Walt Disney en la película Los Tres Caballeros, para la cual realizó toda la parte mexicana.

Antes de incursionar en el cine perteneció a la caravana artística de los Hermanos Soler. Con ellos recorrió parte del sureste de México y de Centro y Sudamérica. Presentaba variedades con los Soler que gustaban mucho al público. En una de esas actuaciones, en el teatro Raventos de San José de Costa Rica, le tocó ver la primera película sonora; era El Cantante de Jazz, con Al Johnson. Entonces pensó “tengo que entrar a esta industria, tengo que dedicarme al cine a como dé lugar”. Era 1929… En 1933 se cumpliría su sueño.

Decidió entonces despedirse de la familia Soler para regresar a México y ponerse a estudiar música de alto nivel: instrumentación, armonía y contra punto, además de otras muchas cosas. Supuso que eso era indispensable para entrar a trabajar al cine, estudió durante cinco años, y entonces lo llamaron para participar en La mujer del Puerto.

Esperón recordaba con nostalgia y cariño cuando sus inicios los realizó en el cine mudo, en cines como el Orfeón, Olimpia, Principal, Ideal, Alcázar, Rialto y muchos más, que presentaban variedades. Proyectaban una película y de repente aparecía un letrero en la pantalla que decía “Sigue la variedad”. Se detenía la película, encendían las luces y los artistas entraban. Ahí acompañó a muchos de ellos, como a Juan Arvizu, Maruca Pérez, Néstor Mesta Cháirez, Ana María Fernández y muchos más. También había concursos de valses y en determinados cines había orquestas, esos eran conocidos como Dancing. “Eran orquestas enormes, preciosas. No había cine sonoro todavía. En cuanto éste empezó, se acabó todo aquello”, rememora el Mtro. Esperón.

Comentaba el maestro: “muy poco se habla de toda esa época y de lo que en ella se hizo; época a la que califica como muy superior y que dio origen a mucho de lo que pasa hoy en día, y sólo comparable a lo que se hace con el apoyo de grandes avances tecnológicos aplicados al mundo de la música y del cine, como lo es la ambientación, la calidad del sonido, así como su separación en un número enorme de canales, iluminación, escenografías, etc., todo esto con el apoyo de los avances electrónicos, como la computación”.

Decía que al entrar el cine sonoro, además de escuchar a los actores hablar, la película adquirió otra dimensión a través de la música de fondo, que hace destacar el argumento, el suspenso, el temor, el romance y el amor.

En más reflexiones sobre lo que fue su afición y su vocación más grande en la vida, el Mtro. Esperón comentaba: “Me entusiasma oír música. Escucho de todo, aunque hay cosas que no me gustan, autores con los que no comulgo ni comulgaré nunca. Me gusta escuchar orquestas de Jazz. Disfruto oír la música de las grandes orquestas, como la de Gonzalo Curiel, lo mismo que la de Luis Arcaraz, eran orquestas de esas que pocas veces se han juntado. Ese tipo de música me gusta mucho, la sigo oyendo, admiro a los grandes ejecutantes de los instrumentos, siempre ha habido buenos y hoy en día hay muchos que son magníficos.

“En esto de la música no hay que olvidar que una cosa es el impacto y otra es el éxito. El impacto se puede dar con una porquería enorme, algo del momento, pero que no pasa, y otra es cuando la gente asimila, cuando le gusta y que después continúa en la aceptación del público por mucho tiempo o para siempre.

”Me da mucho gusto que mis canciones se sigan escuchando y sobre todo que las interpreten grandes figuras como Yuri, con El Apagón, una canción que hace muchos años fue éxito con Toña La Negra; Eugenia León, Thalía, Tania Libertad, Aída Cuevas, Alberto Vázquez, Julio Iglesias, Plácido Domingo y Luis Miguel, por mencionar sólo algunos”.

El Mtro. Esperón compuso la música de canciones con letra de Ricardo El Vate López Méndez, Pedro de Urdimalas, Felipe Bermejo y Zacarías Gómez Urquiza, entre otros importantes autores. Mención aparte merece Ernesto Cortázar, con quien creó la mayor parte de sus canciones y el famoso binomio Esperón y Cortázar.

Las películas más importantes para las que el Mtro. Esperón escribió las bandas sonoras y los temas principales son: Nosotros los Pobres, Ustedes los Ricos, Los Tres García, Las Abandonadas, Una Carta de Amor, Me he de Comer esa Tuna, Ojos de Juventud, Yo bailé con Don Porfirio, La muerte enamorada, Gran Casino, Por tu maldito amor y Mi querido viejo.

Trabajó con todos los directores de cine y realizó la música de las películas en todas las salas de grabación de los estudios cinematográficos.

También creó arreglos sinfónicos de la música popular mexicana, así como de sus canciones más importantes y de otros compositores mexicanos, como Guty Cárdenas, Ricardo Palmerín, Pepe Guízar, José Alfredo Jiménez, Alfredo Carrasco y Agustín Lara, entre otros.

A lo largo de la historia se han presentado numerosos conciertos con la música del Mtro. Esperón y se estrenó a nivel internacional su Rapsodia titulada México 1910, que contiene música mexicana de la Revolución, desarrollada a nivel orquestal y coral.

Otro de sus trabajos más sobresalientes es el arreglo de los Valses Clásicos del México Romántico, para orquesta sinfónica, coro mixto de cien voces y soprano coloratura.

Cabe mencionar que la primera serie de estos conciertos fue presentada con gran éxito bajo la batuta del afamado Director Sergio Cárdenas, en uno de los recintos más importantes en la ciudad de México, la Sala Nezahualcóyotl, así como en diversas ciudades del interior de la República, como Querétaro (Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez).

Don Manuel se describía como una persona a la que le gusta mucho estar con su familia, viajar, ir al cine, al teatro, la ópera, los conciertos; disfruta todo genero de música, siempre y cuando esté bien hecha; en fin, se consideraba una persona culta que le ha gustaba mucho leer, sin llegar a ser un intelectual; hablaba inglés perfectamente, y el francés e italiano los entendía asimismo.

Se consideraba un viajero irredento. Viajó a medio mundo y gran parte lo recorrió en automóvil. En 1927 compró su primer coche, un Ford pequeño, y a partir de entonces comenzó en él ese gusto por los automóviles.

Su tiempo libre lo compartía entre su casa de México y su Quinta Amorcito Corazón, en Cuernavaca, al lado de su esposa Doña Beatriz, con quien estuvo casado más de cuarenta años, y sus hijas Maigualida, Flor de Azalea y Graciela, que fueron su orgullo, así como sus nietos Alejandro, Fernanda, Valentina y Manuelito y sus biznietos Julián y Nicole, quienes llenaron su vida.

El Mtro. Manuel Esperón aunque retirado del cine, se dedicó a la música con la creatividad y el ritmo de trabajo que siempre lo caracterizaron. 

Su pasión por la música, a la que dedicó toda su vida, le valieron comentarios como los siguientes: “Manuel Esperón hace caudaloso el río de la música mexicana”: Sergio Cárdenas; “El Mtro. Esperón le ha puesto fondo musical a México”: Pedro Ferriz; “La música del Mtro. Esperón tiene identidad mexicana”: Jacobo Morett; “Manuel Esperón es el tesoro viviente y la leyenda más gran de la música mexicana, que aún tenemos los mexicanos”: Armando Manzanero.

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